Nada es definitivo, excepto la muerte (o eso nos atrevemos a enunciar, pues ningún valiente ha osado volver de tan inhóspito lugar para desmentirlo). Por tanto, y dejando de lado esta excepción, se puede afirmar que nada es para siempre, sobre todo los parones, las ausencias, que donde hubo retuvo y si aun no se ha llegado al final de un camino, siempre puede volver a reanudarse, como es el caso.
Pero antes de plantearse cualquier re-comienzo, es casi obligado justificarse, no retomar el proyecto como si el tiempo no hubiera pasado.
Meses de abandono, o quizá de barbecho de este blog, para cogerlo ahora con más vigor. Para continuar el camino emprendido una vez y así comprobar si se puede seguir alargando hacia nuevos destinos, lejanos horizontes, variopintos parajes. Avanzar durante largo tiempo o volver a detenerse con el paso de los meses, pero siempre avanzar para seguir descubriendo lo que depare la próxima senda.
Redefinir el objetivo, que no el objeto. Nueva etapa para canalizar la creatividad contenida en otras áreas de la vida. En definitiva, volver a exponer los pensamientos atrapados en una libreta, donde sólo se distinguen renglones escritos a pinceladas, anotados con rapidez para evitar que se evaporen, los cuales son extraídos para traducirlos finalmente aquí, a tecla descubierta.