domingo, 12 de agosto de 2012

Posibilidades de una piedra

Todo el mundo puede agacharse al suelo y recoger una piedra para tirarla a continuación: a un estanque produciendo más o menos saltos; a quien ose entorpecer su camino; al horizonte rompiendo así el silencio de su rabia. Lanzar, desahogar la fuerza, destruir. Son actos sencillos que no requieren de mayor esfuerzo que el que se imprime al lanzar la piedra.
Pero no todo el mundo estaría capacitado para coger esa misma piedra y pulirla, esculpirla. Hacer algo productivo con ella: una herramienta, un muro, una obra de arte.
Bastante menos gente estaría dispuesta a ser constructivos a base de una piedra que ha sido lanzada por aquellos primeros en un acto de deliberada destrucción.
Y con muchos menos se podría contar para que le ayudasen a uno de forma desinteresada a sacar algo productivo de esa piedra.

No todo el mundo está predispuesto a construir, a colaborar, a participar en el refuerzo positivo. Requiere de templanza, paciencia, conocimiento, reflexión, práctica, tiempo... Es más costoso a corto plazo construir que destruir, y mucho más cansado física, anímica y mentalmente. Pero todos tenemos la potencialidad de llegar a cualquiera de los casos anteriormente expuestos.
Es ahí donde se marcará la diferencia: en las capacidades que queramos desarrollar, en nuestros planes de futuro.
Lo que hagamos con las piedras que nos encontramos definirá en lo que convertiremos el entorno en el que nos encontramos, demarcará las capacidades que nos identificarán.

Y quien dice una piedra, dice un cuchillo, una red social, un clase repleta de alumnos, una sociedad que se gobierna, una familia que se forma, un gesto que se manda. En cada movimiento se inserta la posibilidad de cada persona de desarrollar las potencialidades propias, así como las del objeto, concepto, elemento, ser que se porte entre las manos, siendo responsables últimos, en conjunto, del entorno que se genera.


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