martes, 26 de marzo de 2013

No es ni el primero, ni la última

Llega. El momento en el que no ves el horizonte llega. Tu imaginación parece apagada. Tus deseos difusos.
No hay camino claro por el que seguir avanzando. Un momento en el que parece que han quitado el terreno bajo los pies.
Oscuridad, incertidumbre, malestar.
Caminar sin rumbo o, lo que puede resultar peor, no caminar. 


Es el instante en el que dar un paso atrás. No de forma física, ni personal, ni estructural, sino más bien de forma mental, sin dejar de mirar hacia el horizonte que se nubla.
Tras una breve pausa para la recapitulación, se ve más claro: ya hubo más momentos de oscuridad, de incertidumbre. Etapas en las que ni imaginabas dónde estarías ahora. Todo plan realizado en un pasado seguramente habrá mutado, huido o dado la vuelta, para dejar un futuro que no alcanzaban a trazar los bailes de la imaginación.
Te puedes ver a ti mismo en esos otros momentos en los que tampoco divisabas el horizonte de forma clara, ocasiones en que ni lo alcanzabas a ver. Pero conseguiste superarlo. Cruzaste el horizonte. Antes o después la vista se despejó y la luz se coló en tus retinas.

Continúas. Siempre. A mayor o menos velocidad. Con un sentimiento, tal vez, de que no volverás a sentir las emociones que vas dejando atrás, pero continúas. Con la idea de que tal vez la etapa actual es menos excitante que la precedente. Pero lo más seguro es que te equivoques. Continuarás. Y como en otros momentos anteriores llegarás también a ver todas esas etapas anteriores que parecían la cumbre de tu existencia, pero que, poco a poco, se van quedando en etapas pasadas, cada vez más alejadas de las nuevas cotas a las que te llevan los nuevos horizontes.

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