viernes, 28 de octubre de 2011

Disolución cronotópica

La sabiduría popular ha afirmado siempre que el tiempo pasa con mayor o menor fugacidaz en función del disfrute del momento, pero ¿qué especie de fenómeno paranormal acontece cuando lo que no pasa es el tiempo?, como si en un espacio aséptico ajeno a la línea temporal se desarrollaran ciertos momentos de nuestra vida. Y es más, si a ésto le sumamos el contexto actual en el que el mundo se define bajo el paradigma de la globlalización, de la supresión de fronteras y por ende de la inmediatez, se hace necesario un cambio de percepción en cuanto a nuestra situación espacio-temporal. 
Parece imposible pero ocurre. Y no es nuevo - pues también estamos en la era de los 'grandes descubrimientos, que otros ya habían experimentado, al igual que el adolescente piensa que sabe más que sus progenitores-.
La pérdida de referencias no ocurre, quizá, de forma consciente ni diaria, pero en un instante determinado notamos cómo los cronotopos en los que estamos inmersos disuelven sus localizaciones y funden las agujas de sus tiempos. El espacio y el tiempo son definidos por el ser humano bajo sus creencias, percepciones e incluso pasiones. Anclados a definiciones que nos limitan, que nos encierran, vivimos intentando escapar de esas ataduras. Pero esa liberación, tal vez nirvana, sólo se da en torno a las circunstancias adecuadas.
Cuando el cronotopo lo determinan las personas y las relaciones que se dan entre ellas, y no es el espacio-tiempo quien determina a éstas, es cuando se llega a la etérea y casi ilusoria sensación producida por la situación de la conciencia al margen del discurrir clásico del espacio-tiempo. Que el encuentro lo manejen las historias compartidas, los temas de conexión, las miradas, las reflexiones mutuas, sin que en ello interfiera el tiempo que pasa, que ha transcurrido desde la última cita, o el espacio en el que ella se produzca, es cuando se puede llegar a un nivel de total entendimiento entre las personas que participan de ello.

A fin de cuentas, cuando no importa ni el tiempo ni el lugar, sino la persona, es cuando de verdad se es consciente de la importancia de esa relación en tu vida. Pero eso no es nuevo, ya se sabía. Lo nuevo es experimentarlo y además ser consciente. Desafortunadamente lo normal son los casos en los que estos matices se dejan escapar, evitando con ello que apliquemos la importancia necesario a esas relaciones que de verdad lo merecen. Pero tiempo al tiempo, y espacio al lugar, mientras que sea necesario, hasta llegar al punto en que esos términos se escapen de nuestra conciencia porque ya no sean importantes.

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